Nezahualcóyotl, el tlatoani del Imperio Texcocano, fue el monarca que diseñó el sistema regional de regadíos y dictó las ordenanzas para regular la distribución y gestión del agua. Tláloc, el dios pluvial de los mexicas, se identificaba con una montaña y otorgaba las lluvias regionales. Hoy, en la Sierra de Texcoco, ambos son una misma y única figura: Tláloc-Nezahualcóyotl, simbólico Rey del Mar al que se le pide la lluvia y del que depende el flujo del agua. ¿Cómo ha tenido lugar este proceso? El examen de las fuentes documentales, prehispánicas y coloniales, y de los mitos proporcionados por la etnografía permite rastrear las claves subyacentes. Más allá de la categoría de sincretismo, inservible en este contexto, la cuestión radica en analizar el motivo y la forma en que los nahuas han releído y actualizado su propia historia
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