La decisión de ETA de poner fin a su actividad violenta, abre el camino a un futuro libre de la amenaza y la extorsión fascista practicada por dicho grupo durante más de treinta años. Ese futuro está por escribir, y depende tanto de la desaparición definitiva de ETA, como de la forma en que esta se produzca; ya que no será lo mismo explicar las consecuencias y responsabilidades de su actividad violenta como crímenes políticos que como daños colaterales de un presunto conflicto.
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