Pensar en el origen significa recuperar en el mito, en la poesía, en la experiencia teatral, en el juego y en el lugar intermedio del in-fans el valor del advenir de toda posibilidad dada en una procesualidad fenomenológica (interrogando el orden histórico) que transfigura la realidad en obra estética. Y la relación con el origen es siempre un retorno a la infancia, una relación que se funda en la sensibilidad y supera al pensamiento discursivo que se hurtó al silencio o al exceso que todo estado naciente implica.
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