Según datos de Naciones Unidas, la violencia afecta a una de cada tres mujeres en el mundo. Las raíces de la violencia están en la desigualdad de las relaciones de poder entre hombres y mujeres y en las creencias acerca de la inferioridad de las mujeres y la superioridad de los hombres. La violencia contra las mujeres ha dejado de ser un tema privado y familiar y ha pasado a ser una cuestión política que hay que enfrentar socialmente, siendo numerosos los países que así lo consideran y las organizaciones internacionales que así lo definen.
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