Una vez más el mundo clásico romano nos da luz para contemplar una tradición militar arraigada secularmente: la celebración de un triunfo. Desde la primitiva austeridad romana, con símbolos como las coronas de diferente tipo, pasando por el deseo de perpetuar las gestas militares más notables, la tradición pagano-cristiana se fue enriqueciendo con una serie de monumentos conmemorativos de los triunfos militares, destacando las columnas, carrozas y arcos y puertas, que encuentran su momento de máximo esplendor en el Renacimiento con tres figuras señeras: Alfonso V el Magnánimo, rey de Nápoles y Sicilia, Maximiliano I de Austria y Carlos V. En la conmemoración de sus triunfos podemos observar la pervivencia de los elementos clásicos paganos en perfecta simbiosis con los nuevos elementos introducidos por el cristianismo y sobre todo el Renacimiento.
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