El consumo cinematográfico de los españoles ha cambiado de forma sustancial en los últimos diez años, e Internet ha sido el motor de esta mutación. La clásica sala decae, el DVD se hunde, la televisión resiste y la web sube. Ahora bien, mientras que la televisión se estructura como el gran soporte financiero del cine, la red parasita los flujos de amortización de las películas. En menos de cincuenta años se ha pasado de una gran pantalla única a una multiplicidad de pantallas, y de un consumo colectivo y sincrónico a un consumo cada vez más individual y asincrónico. Los espectadores pueden decidir dónde, cómo y cuándo ven un filme, aunque mantienen sus preferencias hacia el cine norteamericano. De hecho, su consumo es menos diverso que en el pasado, y se centra, cada vez más, en los grandes éxitos. Este trabajo estudia la evolución de la oferta y la demanda cinematográficas en España, a lo largo de la última década.
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