La amplitud y la profundidad de la crisis han reactivado el debate sobre el proteccionismo. Un debate crucial, a juzgar por la virulencia de los defensores del librecambio, transformado en fetiche. Disfrazando la verdad, intencionalmente o por ignorancia, el proteccionismo aparece como un verdadero tabú. El rechazo a identificar el librecambio como la causa de la crisis actual muestra que sus partidarios han abandonado el universo de la reflexión para entrar en el del pensamiento mágico.
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