El comienzo de las relaciones diplomáticas entre España y la República Dominicana se vio afectado por las dificultades derivadas de la compleja situación política interna dominicana. La coyuntura internacional había comenzado a cambiar y ya no era posible confiar la defensa de Cuba y Puerto Rico tan sólo a la acción combinada de Francia y Gran Bretaña, como único medio de obstaculizar el expansionismo estadounidense en las Antillas. Por ello, el gobierno español siguió adelante con su plan de establecer relaciones diplomáticas con la República Dominicana, asunto que estimaba imprescindible para ejercer una influencia directa sobre el ejecutivo de Santo Domingo.
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