John Stuart Mill es un autor que genera tanta fascinación y lealtad �por la asombrosa coherencia entre sus ideas, su vida y su práctica política� como indiferencia y paternalismo. En este último caso queda descalificado como un autor ecléctico, inclasificable, ni liberal ni socialista, ya lo había dicho Marx: «Mill, ese pequeño burgués bienpensante». Inmersos como estamos en las publicaciones que continúan celebrando el bicentenario de su nacimiento, es un buen momento para valorar por qué su figura y su obra están ganando en profundidad y actualidad con el tiempo. En este artículo nos centramos en su filosofía política, una de las partes menos estudiadas y cada vez más reivindicada. En concreto en sus planteamientos sobre la democracia participativa y deliberativa y la demanda de extender sus principios a la esfera privada y la económica.
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