En vísperas de los Juegos Olímpicos, el presidente Hu Jintao y su primer ministro Wen Jiabao han multiplicado las detenciones y los arrestos domiciliarios. El miedo a un escándalo político en plena fiesta deportiva activa su energía represiva. Sin embargo no podemos reducir la evolución de este país a estos actos. Se producen decenas de miles de manifestaciones. Enfrentado a una especie de semi-institucionalización de los movimientos sociales, el Partido Comunista de China intenta renovar su papel.
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