A nivel mundial estamos asistiendo a una polarización entre, por un lado, países (y zonas) con bajísima fecundidad y altísima pobreza infantil (como España); y por otro lado países (y zonas) con altísima fecundidad y también altísima pobreza infantil. Estos dos fenómenos, que se han agudizado con la crisis económica, amenazan la sostenibilidad social, económica y medioambiental de cada uno de los países, y por tanto del Planeta. En este artículo se analizan ambos fenómenos (altísima y bajísima fecundidad) y su relación con la (des)igualdad de género. Para combatirlos, es necesario proporcionar a las mujeres la posibilidad de decidir y de compatibilizar empleo de calidad con maternidad. Así, las mujeres de los países pobres podrán limitar el tamaño familiar a los hijos/as deseados. Por otro lado, en los países occidentales con bajísima fecundidad, las mujeres tomarán más decisiones de ser madres si se habilitan servicios públicos, políticas para la implicación de los hombres en el cuidado (como los permisos de paternidad intransferibles e iguales a los de maternidad), políticas adecuadas de empleo, y ayudas a la infancia y a las familias monoparentales.
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