En los firmes existen dos tipos de materiales cuyo módulo de elasticidad, y por tanto su capacidad estructural, varían con el clima existente en la carretera. Así las capas de mezcla bituminosa son sensibles a la temperatura existente en la capa. Igualmente las capas granulares tienen un comportamiento estructural mejor cuando están secas que cuando están húmedas, siendo la variación función del tipo de capa granular y de la cantidad de humedad, agua, existente.
El agua puede acceder al firme, o mejor dicho a sus capas inferiores, principalmente de tres formas diferentes:
� El agua procedente de las lluvias que se filtra a través del firme y del terreno, � El agua que asciende por capilaridad procedente de las capas freáticas, y � El agua que accede lateralmente procedente de aguas subterráneas.
El problema se complica gravemente al no poder medir la causa directa del problema, es decir el grado de humedad de las capas granulares, al contrario de lo que pasa con la temperatura de las capas de mezcla bituminosa, donde sí se puede medir la temperatura de forma rápida y directa aunque sea la superficial. Ante ésta imposibilidad, aquí tenemos que recurrir a medir otro parámetro que nos pueda facilitar, indirectamente, la humedad del suelo.
El parámetro elegido es el agua caída en los días anteriores. Se supone que en función de dicha agua caída se puede deducir, de forma suficientemente aproximada, el grado de humedad de las capas granulares del firme.
En el artículo se analizan los puntos anteriores y se dan ideas de cómo se puede mejorar la corrección de las deflexiones con la humedad.
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