Mientras que, en el Sur, los pobres emigran a las ciudades, los urbanitas de los países ricos aspiran actualmente, como primera o segunda residencia, al hábitat campestre. El deseo de vivir en contacto con la naturaleza explica tal tendencia. Éste es un fantasma presente tanto en Europa como en Japón o en los Estados Unidos, aunque los modos culturales sean diferentes. En los tiempos que corren, esta "urbanización difusa" se revela como un modelo que consume más recursos naturales que el de la ciudad compacta.
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