El movimiento vecinal que se desarrolló en las ciudades del Estado español durante los años setenta constituyó uno de los principales ámbitos de movilización de la época, pero también fue terreno de generación de una cultura que incluía la afirmación de los derechos de los habitantes de los barrios, la existencia de una deuda social hacia ellos, la identificación del adversario en términos de clase y la crítica del capitalismo. Estos planteamientos se articularon con las reivindicaciones y el modelo de ciudad que levantó el movimiento. El artículo se centra en el caso catalán, pero propone un debate más general.
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