El aislamiento de España al término de la Guerra de los Treinta Años, tras la firma por separado del Imperio con Francia y Suecia durante la Paz de Westfalia en 1648, desató un corto pero intenso torbellino político entre ambas líneas de los Austrias. Pese a haber quedado asegurado el enlace entre Felipe IV y Mariana de Austria, la jornada de la nueva soberana hacia España puso de relieve el fracaso del plan de boda entre la infanta María Teresa y el hijo del emperador, el rey de Hungría, Fernando. En este contexto, el transcurso del viaje acentuó de manera visible las tensiones entre las dos potencias europeas.
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