En un país con democracia y economía de mercado se vota según las reglas de «una persona, un voto» y «un euro gastado, un voto». Es coherente que la primera quede por encima, lo que justifica una cierta regulación. Pero en un país como España existe una hiperregulación y es necesario una desregulación selectiva. Una forma de hacerlo es a través de los órganos reguladores, que han tenido un rápido crecimiento. La teoría de los organismos reguladores aplicada al CSN a través de su Plan Estratégico nos lleva al principio de un objetivo único (la seguridad nuclear y radiológica) y, dependiendo de él, al subobjetivo credibilidad y a los objetivos instrumentales transparencia, eficacia, independencia y neutralidad.
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