El crecimiento de los suburbios de baja densidad alrededor de las ciudades españolas durante la anterior década plantea un grave problema ambiental. No sólo es su crecimiento en extensión y la consiguiente reducción de áreas agrícolas o forestales lo que es preocupante, sino también la dependencia de sus habitantes del automóvil y la inviabilidad del transporte público. Para minimizar desplazamientos, el Plan Territorial Metropolitano de Barcelona propone inserir focos de densidad en el interior de estas áreas. Sin embargo, el Plan carece de propuestas arquitectónicas concretas; simplemente apunta hacia una dirección. Más allá del criterio ambiental, este artículo utiliza esta propuesta del Plan para reflexionar sobre qué sensibilidades debería respetar la vivienda colectiva suburbial, entendiendo que es desde el habitante y su modo de vivir como debemos empezar a abordar la "colectivización" del suburbio. La aproximación se efectúa mediante la revisión de ejemplos de edificios residenciales surgidos en distintos momentos arquitectónicos del siglo veinte, que resuelven de una u otra forma la relación de la vivienda con un espacio exterior privado, una relación de especial trascendencia para cualquier habitante suburbial. Estos modelos se agrupan en tres conjuntos: las viviendas obreras del primer tercio de siglo, los edificios escalonados generados durante el Movimiento Moderno y los diseños residenciales "inacabados" del tercer mundo. Después de observar los recursos utilizados en estos modelos concluimos con una serie de consideraciones inspiradas, a la vez, en otros ejemplos residenciales más recientes y orientadas a alumbrar el dilema entre densidad y suburbio en la actualidad.
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