Las empresas solían creer que los detalles de su trabajo interno eran valiosos porque eran secretos. Y que sí mantenían en reserva sus planes, corrían con ventaja. Ahora, la transparencia es norma en muchos nuevos emprendimientos y en algunas grandes empresas. Derraman torrentes de información, publican sus metas estratégicas, y permiten que todos opinen en un blog de acceso público sobre los aciertos y los errores de la compañía. En febrero de 2007, cuando una tormenta obligó a JetBlue a cancelar 1.100 vuelos, David Neeleman, el número uno de la línea aérea, apeló a YouTube para difundir un frontal mea culpa. Microsoft, que siempre tuvo una actitud distante y controlada, ahora publica videos internos sin censura y alienta a sus ingenieros a publicar información sobre sus proyectos en blogs. En esta nueva era, la imagen se construye online.
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