El presente artículo analiza el impacto espacial de la política de telecomunicaciones llevada a cabo por la Generalitat Valenciana bajo el nombre del Programa IRTA, patrocinado en parte por la Comunidad Europea. El impacto de las nuevas tecnologías puede perjudicar a un desarrollo regional equilibrado si no existe una buena política en este sentido, por otra parte sus múltiples posibilidades de uso las convierten en un instrumento clave en las zonas más desfavorecidas.
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