En el año 1650 un terremoto destruye el convento de la Merced de Cuzco, por lo que ha de ser reconstruido de nuevo. Con este motivo se lleva a cabo en el claustro bajo una celda, apodada del Padre Salamanca, cuyos muros y techos están totalmente recubiertos con pinturas al temple, que componen un programa iconográfico unitario, a pesar de que se observan varios estilos y la participación de al menos dos o tres artistas. Este programa sigue los modelos de la Iglesia Contrarreformista y las escenas se estructuran en las cuatro salas de la celda: en el zaguán las virtudes que debe practicar el monje, en el vestíbulo temas iconográficos mercedarios, en el dormitorio la Infancia de Cristo, en la celda penitencial las Postrimerías y en los zócalos las tres vías de la vida mística.
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