El 1 de noviembre de 1755 un terremoto de magnitud 9 en a escala de Richter destruyó la ciudad de Lisboa, afectando a buen parte de la geografía española. El desastre conmovió a la sociedad de su tiempo, sobre todo a los intelectuales que trataron los fenómenos derivados de la naturaleza como asequibles al intelecto humano y no como producto de la cólera divina. El presente artículo analiza la percepción del desastre por la sociedad de su tiempo haciendo especial hincapié en la interpretación religiosa que la ausencia del seísmo en tierras bejaranas provocó entre sus habitantes, de la cual es buena prueba el acuerdo aprobado por las autoridades religiosas y civiles de la villa el 21 de noviembre de 1755.
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