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Resumen de Revisión sobre métodos en el manejo de úlceras tórpidas

Manuel Chaparro Recio, Fernando Alvarez de los Heros, E. Novo, Carolina Aguirre Fernández, W. Duvergé Montero

  • Las dos grandes técnicas de curación de úlceras y heridas son las curas secas y la cura húmeda. Independientemente del tipo de práctica utilizada el objetivo sigue siendo el mismo: favorecer la proliferación del tejido granular, evitar la infección, y favorecer el desbridamiento. La exposición al aire de las heridas cura más lentamente que tras oclusión. En heridas de larga evolución, en úlceras de piernas, 18 de 39 (46%) curaban completamente desarrollando tejido de granulación en respuesta a la oclusión en todas ellas. Mediante apósitos se propicia un ambiente húmedo y condiciones de temperatura más óptimas para la regeneración tisular. Un apósito, según protocolo Goldman (1992), debe cumplir los siguientes requisitos: absorber el exudado, provocar un microambiente húmedo, ser estéril y de fácil manejo, no causar reacciones alérgicas ni traumas y provocar una temperatura favorable para la cicatrización reduciendo el dolor. A continuación vamos exponer un compendio de los protocolos existentes revisados desde el Agency for Health Care Policy and Research (1992), también los realizados por Anderson RM en el congreso europeo en avances sobre el manejo de heridas; otros de autores como Elorriaga Ameyugo, con su manual del Instituto Nacional de la Salud, Bregstrom, Díaz González (1995) y protocolos para lesiones venosas en extremidades inferiores de Palfreyman. Asimismo, revisamos extractos de los protocolos de Nelson para úlceras arteriales en extremidades inferiores y los de Bradley para escaras, los de Argüello y el American Family Physician, entre otros.


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