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Introduction: continuity and change in the italian foreign policy

  • Autores: Massimo De Leonardis
  • Localización: UNISCI Discussion Papers, ISSN-e 1696-2206, Nº. 25, 2011, 7 págs.
  • Idioma: inglés
  • Texto completo no disponible (Saber más ...)
  • Resumen
    • español

      Los años 1943-45 marcaron un punto de inflexión fundamental en la historia de la política exterior italiana. El derrumbe de la política exterior tradicional italiana hizo necesaria su reconstrucción sobre nuevas bases en un contexto internacional diferente. La verdadera rehabilitación llegó en 1949 con la admisión de Italia en la Alianza Atlántica como miembro fundador, modificando en poco más de dos años su estatus: desde enemigo derrotado a miembro fundador de pleno derecho. Desde la unificación, las élites gobernantes italianas mantuvieron dos doctrinas básicas en su política exterior: durante el periodo monárquico (tanto liberal como fascista), las élites italianas compartían plenamente los conceptos tradicionales las prácticas de la diplomacia tradicional: políticas de poder, juegos de alianza, defensa del interés nacional, diplomacia militar, colonialismo, etc. Italia parecía ser particularmente cínica (hacienda alarde de su �sagrado egoísmo�), por la razón de que era una nación recién llegada en busca de un espacio propio. Durante la Guerra Fría, existía un difícil equilibrio entre los imperativos de la Realpolitik y la cultura de una clase política, que por reacción a los excesos del fascismo, buscaba sustituir la antigua tradición con una postura internacionalista. Por tanto la política exterior italiana entre 1947 y 1950 ha sido descrita como la difícil transición desde un estatus de �gran poder� hacia el de un �poder democrático�, fuese cual fuese el significado exacto de ello. Tras la derrota, la �nueva� Italia parecía rechazar políticas de poder como esencia de las relaciones internacionales, dando importancia a la diplomacia multilateral, rechazó el nacionalismo, sustituido por tres tipos de internacionalismo: Atlantismo, Europeísmo y Tercermundismo. Sin embargo, hemos de destacar que ciertas características de la diplomacia tradicional italiana permanecieron: el asunto del rango y su posición en la jerarquía internacional que fue central en la política exterior desde el nacimiento del país, la disposición favorable al compromiso e incluso el apoyo en las fuerzas armadas para reforzar su estatus.Los años 1943-45 marcaron un punto de inflexión fundamental en la historia de la política exterior italiana. El derrumbe de la política exterior tradicional italiana hizo necesaria su reconstrucción sobre nuevas bases en un contexto internacional diferente. La verdadera rehabilitación llegó en 1949 con la admisión de Italia en la Alianza Atlántica como miembro fundador, modificando en poco más de dos años su estatus: desde enemigo derrotado a miembro fundador de pleno derecho. Desde la unificación, las élites gobernantes italianas mantuvieron dos doctrinas básicas en su política exterior: durante el periodo monárquico (tanto liberal como fascista), las élites italianas compartían plenamente los conceptos tradicionales las prácticas de la diplomacia tradicional: políticas de poder, juegos de alianza, defensa del interés nacional, diplomacia militar, colonialismo, etc. Italia parecía ser particularmente cínica (hacienda alarde de su �sagrado egoísmo�), por la razón de que era una nación recién llegada en busca de un espacio propio. Durante la Guerra Fría, existía un difícil equilibrio entre los imperativos de la Realpolitik y la cultura de una clase política, que por reacción a los excesos del fascismo, buscaba sustituir la antigua tradición con una postura internacionalista. Por tanto la política exterior italiana entre 1947 y 1950 ha sido descrita como la difícil transición desde un estatus de �gran poder� hacia el de un �poder democrático�, fuese cual fuese el significado exacto de ello. Tras la derrota, la �nueva� Italia parecía rechazar políticas de poder como esencia de las relaciones internacionales, dando importancia a la diplomacia multilateral, rechazó el nacionalismo, sustituido por tres tipos de internacionalismo: Atlantismo, Europeísmo y Tercermundismo. Sin embargo, hemos de destacar que ciertas características de la diplomacia tradicional italiana permanecieron: el asunto del rango y su posición en la jerarquía internacional que fue central en la política exterior desde el nacimiento del país, la disposición favorable al compromiso e incluso el apoyo en las fuerzas armadas para reforzar su estatus.

    • English

      The years 1943-45 marked the fundamental turning point in the history of Italian foreign policy. The breakdown of the traditional foreign policy of the Italian state made necessary to rebuild it on new foundations in the new international context. The real rehabilitation came in 1949, when Italy was admitted to the Atlantic Alliance as a founding member, changing in a little more than two years her status from that of a defeated enemy to that of a full fledged ally. Since unification, Italian governing elites had two basic doctrines of foreign policy. During the monarchist period (both Liberal and Fascist), Italian elites fully shared the traditional concepts and practices of traditional diplomacy: power politics, the games of the alliances, defence of national interest, gunboat diplomacy, colonialism and so on. Italy seemed to be particularly cynical (boasting her «sacred egoism»), for the reason that she was a newcomer looking for room. During the Cold War there was a sometimes uneasy compromise between the requirements of Realpolitik and the culture of a political class, which, also as a reaction to Fascism�s excesses, aimed to replace the old tradition with an internationalist outlook. Therefore Italian foreign policy between 1947 and 1950 has been described as the anxious transition from the status of «Great Power» to that of «democratic power», whatever that could mean. After the defeat, the �new� Italy seemed to reject power politics as the essence of international relations, giving importance to multilateral diplomacy and rejected nationalism, replaced by three types of internationalism: Atlanticism, Europeanism and Third Worldism. However we must remark that some traditional features of Italian diplomacy remained: the issue of the rank and collocation in the international hierarchy of powers which had been central in the foreign policy since the birth of the country, the attitude to compromise and even the reliance on Armed Forces to enhance her status.


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