La crisis financiera ha actuado como el fermento al descubrir la erosión de la base política sobre la que estaba asentado el contrato social en los países árabes mediterráneos. Todo esto ha puesto a los jóvenes en el disparadero. Pero no son solo ellos.
El economista José Luis Sampedro, al explicar el porqué de la inflación en los países subdesarrollados, habla de ella como un fenómeno que se gesta por la existencia de una determinada situación de partida intrínsecamente inflacionista. Según el enfoque estructuralista, a esta situación básica se le añaden otras circunstanciales y acumulativas, que son las que ocasionan que la inflación se acreciente y se perpetúe en determinadas economías. Así, a veces, puede aparecer una circunstancia que atice la pulsión inflacionista, pero que, por no ser su causa primera, al desaparecer no termine con el fenómeno inflacionista. Es más, según este enfoque, cuando la inflación se manifiesta, se dan unos mecanismos sociales de propagación que convierten el fenómeno en un hecho generalizado.
Esta pequeña mención a las explicaciones estructurales de la inflación, en un artículo sobre los efectos de la crisis financiera en las economías árabes mediterráneas, viene al caso porque, haciendo una analogía analítica, se puede pensar que en los países de la orilla sur del Mediterráneo, la crisis financiera global solo ha sido la tensión �más que circunstancial, acumulativa� que ha atizado la tendencia intrínseca a la crisis (económica, política y social) de estos países que, a la postre, se ha propagado cual reguero de pólvora por las sociedades de la región. Desde este punto de vista, es legítimo pensar también que cuando cesen estas tensiones la crisis seguirá allí, pues no se habrán modificado las condiciones básicas que forjan la inestabilidad crónica y estructural en estos países...
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