Como instrumento de medición de las transferencias culturales, el viaje es un instrumento de conocimiento, interpretación y juicio de otras realidades sociales, pero también de influencias, de trasvases, de interferencias y de desplazamientos culturales. Puede servir para conocer las manifestaciones de otras tradiciones, ajenas o extrañas a la propia identidad, para comprobar la existencia de la alteridad, para constatar el carácter plural de la cultura o la multiculturalidad; incluso para contribuir al relativismo cultural pudiendo convertirse en vehículos de progreso material y social.
Cualquier tipo de viaje supone una ampliación del horizonte personal que, junto al consiguiente proceso de maduración personal, desemboca en el enriquecimiento del bagaje cultural y humano gracias a las experiencias tan significativas que podían aportar a la personalidad de un individuo, en tanto que camino de conocimiento y de formación.
El impacto de las impresiones percibidas por el viajero, junto a la diversidad de sus reacciones producen una secuencia de sensaciones que van a ir modulando sus sentimientos hasta el punto de permitir el trasvase cultural entre las dos tradiciones en contacto.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados