La transformación de las compañías indias en jugadores globales atravesó tres fases. Hasta 1991 estuvieron constreñidas, primero, por el colonialismo británico, y más tarde por la planificación central. En el contexto de las reformas económicas posteriores se necesitó una década de reestructuración corporativa para que se volvieran competitivas a escala global. Ahora, en la tercera fase, esas empresas se están globalizando cada vez más. Forjadas en un ambiente maduro, buscan asegurarse lo mejor de ambos mundos; es decir: acceder a los lucrativos márgenes de beneficios de los mercados desarrollados mediante la compra de negocios en Europa y Estados Unidos, mientras mantienen sus bases de bajo costo en la India. En la actualidad, esas compañías sorprenden por su destreza para adquirir firmas extranjeras e integrarlas a sus operaciones.
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