Iniciar un nuevo proyecto, sin haber desarrollado alternativas al plan de negocio principal, es como aprender a caminar por la cuerda floja sin red. Más aún en estos tiempos difíciles. Dado que la mayoría de las nuevas compañías fracasan, los emprendedores deben tener la flexibilidad suficiente para no aferrarse al plan A, y desarrollar un plan B, C y hasta D. Las estadísticas muestran que los proyectos triunfadores no siempre deben su éxito al apego del presidente ejecutivo al plan de negocio inicial, sino a su previsión y capacidad para probar diferentes hipótesis, y combinar y sintetizar experiencias similares del mercado con el objetivo de descubrir nuevas maneras de hacer las cosas. Mullins, profesor de la Escuela de Negocios de Londres, expone un método que facilita el pasaje de un plan poco promisorio a otro que funcione.
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