El sistema romano estatal de transportes y comunicaciones presenta importancia desde el punto de vista técnico, económico, político y también jurídico, teniendo en cuenta el elevado número de constituciones imperiales que, en el Código Teodosiano, regulan todo lo relativo a las estaciones dispersas a lo largo de las rutas terrestres. Los establos y almacenes formaban parte de tales estaciones y tenían asignada la tarea de reponer caballos y otros animales, así como almacenar el alimento y proporcionar alojamiento. Mediante esta red, magistrados y mensajeros viajaban por todo el Imperio.
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