Internet se ha convertido en una potente herramienta potenciadora de la libertad de expresión y de la comunicación entre las gentes a escala global. La libertad que Internet otorga a los creadores, el poder de control que les suministra sobre la difusión de sus obras, aterra a las grandes compañías audiovisuales que hasta ahora han ejercido una posición de dominio en el mercado. La denominada Ley Sinde es la expresión de este miedo, la reacción de los controladores de siempre que se resisten a ceder a sus privilegios.
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