Forma parte de la mitología del rock el que varios de sus más renombrados sacerdotes -estos es, sus músicos- hayan desaparecido víctimas de los propios excesos que pregonan. Hendrix o Morrison son algunos de los que han pasado a la leyenda por la forma de afrontar aquel último trago que cantaba Manrique. Sin embargo, entre los menos conocidos están dos voces que han tenido una página propia en la historia del último gran estilo de música popular que ha creado el siglo XX. Uno de ellos estadounidense, español el otro. De ellos van a tratar las humildes líneas que siguen. Y precisamente de ellos dos porque lo que les une es más fuerte que los 26 años que separan sus parejas muertes.
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