Los pacientes con angina estable tienen un pronóstico generalmente favorable, con una mortalidad anual inferior al 2%. Por ello, en general, la coronariografía y la revascularización miocárdica están indicadas cuando persisten síntomas limitantes a pesar de tratamiento médico óptimo. Además, los pacientes con datos de mal pronóstico en pruebas no invasivas son considerados candidatos a manejo invasivo. Los stents farmacoactivos, debido a la reducción drástica de la reestenosis y de la necesidad de nuevas revascularizaciones, reducen la angina en comparación con los stents convencionales después de la realización de procedimientos de intervencionismo coronario percutáneo. Otros avances recientes que han ayudado en el manejo invasivo de los pacientes con angina estable son la tomografía computarizada de alta resolución y técnicas de diagnóstico intravascular como la ecografía intracoronaria y la guía de presión.
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