Antes de la invención de la imprenta la narración oral de historias era la gran transmisora del conocimiento. La imprenta otorgó velocidad y perennidad a la narración, ampliando el tiempo para su reflexión. Con Internet se fragmenta la secuencialidad del mensaje y es posible crear nuevas realidades que pueden tener o no su referente en el mundo real. Los mundos virtuales son un claro ejemplo de ello.
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