Una paradoja recorre Asia. El peso económico del continente ha reforzado su posición internacional y creado incluso un principio de identidad estratégica común frente a Europa y EEUU. Para impulsar esa nueva dinámica se convocó en diciembre de 2005, en Kuala Lumpur (Malasia), la primera Cumbre de Asia Oriental. Sin embargo, la interdependencia económica y el objetivo compartido de una mayor autonomía asiática no han puesto fin a las desconfianzas históricas ni a las ambiciones nacionales. El último año fue testigo de una extraordinaria fluidez geopolítica, derivada de los cambios en las relaciones de poder que, entre otros factores, está produciendo el ascenso de China como potencia. La reunión de Kuala Lumpur, que debía sentar las bases de una futura comunidad regional, reflejó por el contrario una Asia dividida, con el potencial de nuevos riesgos de inestabilidad.
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