Todo acto de escritura presupone una serie de elecciones que van desde la estructura del pensamiento enunciado, hasta los aspectos propios de la disposición material del texto; es decir, cómo se distribuye éste en la página.
El conjunto de estas opciones se traduce en una unidad gráfica significativa.
La tipografía, como representación gráfica-mecánica del lenguaje, le confiere al texto su aspecto físico; sin embargo, también es el soporte de un número indefinido de interpretaciones.
El valor semántico del texto, en tanto unidad significativa, no se deduce exclusivamente de su contenido verbal, también influye la forma en la que está distribuido a lo largo de la página.
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