Los impagados y retrasos en los pagos, además de provocar el cierre de múltiples negocios, suponen un aumento del esfuerzo y de los costes asociados que deben hacer las compañías para cobrar. Una adecuada gestión del riesgo, la deuda y la reclamación, en muchas ocasiones, pueden evitar un impagado o transformarlo en un retraso. Se trata de implantar procesos de control, para cuya adecuada automatización es imprescindible la aplicación de las nuevas tecnologías de gestión
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