El teatro de Griselda Gambaro ha hecho del Mal una de sus preocupaciones centrales. Este estudio pone el foco en el destino de violencia de la mujer tal como aparece planteado en tres piezas de la dramaturga: Almas (2000), La señora Macbeth (2002), La persistencia (2004). Las protagonistas aparecen atrapadas en un esquema de sujeción donde sólo pueden ser víctimas o victimarios. El victimario busca que la mirada de la víctima lo constituya. Pero la víctima no siempre es inocente, a veces se abandona al deseo del asesino. En esta (casi se podría decir) trilogía se devela otra dimensión del Mal: la afectación de los cuerpos, la desarticulación del lenguaje, la animalidad. Y por último, un plus, un exceso: el crimen y el deseo se enlazan. En definitiva, algo del Mal resulta revulsivamente seductor.
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