Desde que Dante Alighieri escribiera a principios del siglo XIV su Divina Comedia, la imagen de la donna angelica quedó establecida en occidente como uno de los arquetipos femeninos más poderosos junto con su opuesto: la femme fatale, la mujer-sombra según términos junguianos. Beatrice (Beatriz), la «dadora de felicidad» y «beatificadora», cercana a Dios en el Paraíso y rodeada de coros angélicos es, como la Laura de Petrarca (transformada definitivamente en ángel al morir prematuramente, víctima de la epidemia de peste que diezmó Europa durante el Trecento) imagen de �el eterno femenino que impulsa al hombre hacia arriba� del que hablara Goethe.
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