Este artículo elabora un contraste entre lo oficial y lo no-oficial como se vive y se representa desde la producción de música en la cultura hip-hop y desde la música electrónica y sus respectivos escenarios subterráneos, en Colombia. Los argumentos que sustentan esta comparación son los siguientes: 1) la producción de música en los distintos ámbitos de estas subculturas juveniles tiene su contrapunto en procesos de socialización de jóvenes músicos y productores culturales colombianos, específicamente expresiones de socialidad colectiva e individual en tanto representaciones de transgresión con respecto a formas de hablar y de narrar cómo los afecta la violencia, y con respecto a formas de vivir discursos sobre el consumo, la apariencia, el bienestar promulgado por las reformas neoliberales y el statu quo en general. Y 2) la producción de diferentes clases de sonidos y narrativas transgresoras tiene como propósito la disposición de espacios urbanos no-oficiales, tales como las calles, en tanto nuevos códigos musicales.
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