El trabajo llama la atención sobre un problema poco atendido por los filósofos contractualistas el cual puede presentarse a manera de pregunta: ¿Cuál es la posición original de los individuos que pactan un acuerdo de fundación de la sociedad civilizada? Para efectos del presente trabajo recurriré a la propuesta de contrato social en De Cive (1642) y Leviathan de Thomas Hobbes (1651). El trabajo defenderá la tesis de que el camino sugerido por Hobbes apela a un recurso que, a pesar de ser presentado como de vital importancia en su teoría contractual, resulta inútil. Tal recurso es el que se refiere al pacto de sociedad. A pesar de que este paso fundamenta la vida civilizada finalmente es abandonado por el autor teniendo que recurrir a la fuerza coactiva del soberano para hacer cumplir lo prometido en el pacto. La razón es que los seres humanos son egoístas y tienden ineludiblemente a ser bribones: la fuerza coactiva del soberano tiene que corregir tales comportamientos. La conclusión que alcanzo a vislumbrar es que la mesa de negociación en la posición inicial sólo podría estar conformada por algunos individuos cautos, y, muchos bribones y tontos. Este conjunto de individuos con diferente percepción del significado del interés social justificaría el gran peso del argumento de la coacción gubernamental posterior al pacto de sociedad hobbesiano.
This work calls the attention over a rarely considered problem by philosophers of social contract and it can be presented in an interrogative manner: Which is the original position of the individuals who pact an agreement on the foundation of a civilized society? To answer this question, this essay considers Hobbes� social contract approach presented in his works De Cive (1642) and Leviathan (1651). In here, the author argues that Hobbes� appeal is worthless, despite the fact that it is presented as vital within his contractual approach. Such appeal is the Social Pact. Nonetheless that move grounds civilised life, it is abandon by Hobbes himself being forced to apply to the coercive force of the sovereign to accomplish the promises of the pact. The reason is that human beings are selfish and tend to be rascals: the coercive force of the sovereign has to correct such behaviours. The conclusion reached by this essay is that the negotiation table could be only conformed by some prudent people and many rascals and fools. This set of individuals with different perception about the meaning of social interest justifies the great weight of the argument of the coercion of the government time after the agreement reached by the Hobbesian society.
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