De acuerdo con la mayoría de los modelos, el cambio climático va a alterar sensiblemente los patrones de precipitación y de régimen fluvial en todas las regiones del mundo, pero con especial gravedad en la región mediterránea. Los fenómenos extremos � sequías e inundaciones � serán más frecuentes y severos en las próximas décadas, y provocarán una distribución más irregular de las precipitaciones a lo largo del año. El calentamiento global provocará aumentos en la evapotranspiración de cultivos y especies silvestres, mayores demandas de agua en los sectores productivos y para la conservación de entornos urbanos, y un aumento de los procesos biofísicos de degradación de la calidad de las aguas. El agua es un recurso indispensable, por lo que es necesario desarrollar mecanismos y estrategias que garanticen la disponibilidad de agua para los principales usos, y mejoren el estado ecológico de las masas de agua. Dichas estrategias deben centrarse fundamentalmente en el control de la demanda. Los instrumentos económicos facilitan una asignación eficiente de este recurso, y permiten introducir mayor flexibilidad en el reparto de agua. Por ello, se precisa un marco tarifario y de precios que responda a su escasez temporal y espacial, así como mecanismos de intercambio que faciliten el uso eficiente y permitan proveer bienes públicos al mínimo coste económico. Finalmente, se propone repensar los recursos hídricos desde una óptica global, a través del prisma de lo que se ha dado en llamar el comercio de agua virtual, del cual se ofrecen resultados sobre España que contribuyen a matizar la escasez de agua.
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