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Resumen de ¿Cómo evitar en Irán una profecía autocumplida?

Mariano Aguirre Ernst

  • Las negociaciones con Irán están condenadas al fracaso si no se enmarcan en un proyecto más amplio de seguridad que incluya la estabilidad de Afganistán e Irak y el narcotráfico. Detener el programa nuclear iraní exigirá también un complejo diálogo con Israel.

    En agosto de 2010 el periodista Jeffrey Goldberg escribió en The Atlantic un controvertido artículo basado en diversas entrevistas en Israel en las que indicaba que se ha llegado al punto de no retorno: o Estados Unidos destruye por la fuerza las instalaciones nucleares iraníes o Israel tendrá que hacerlo. En noviembre, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, declaró en EE UU que las sanciones económicas impuestas sobre Irán por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas no estaban teniendo el efecto deseado y que el programa nuclear iraní continuaba su curso. Para Netanyahu, �la única manera de asegurar que Irán no avanzará por el camino nuclear (�) es una amenaza de acción militar creíble�. Un mes antes, el ministro israelí de Finanzas, Yuval Steinitz, pidió a Washington un bloqueo naval a Irán, del mismo tipo del impuesto a Cuba en 1962.

    Según Goldberg, el primer ministro israelí considera que el régimen iraní está en manos de una �secta mesiánica y apocalíptica�. Ante la irracionalidad de Teherán, concluyen algunos analistas israelíes y estadounidenses (como el arabista Bernard Lewis), la lógica de la disuasión no funciona. En consecuencia, no habría otra alternativa que un ataque militar preventivo.

    Washington ha indicado a través del secretario de Defensa, Robert Gates, que la opción militar, si bien no está descartada, no haría más que retrasar el programa nuclear. El presidente Barack Obama ha mantenido una estrategia hacia Irán basada en el diálogo y la presión a través de sanciones impuestas por el Consejo de Seguridad de la ONU. El diplomático Dennis Ross es el artífice de esta estrategia de engagement with pressure, pero el resultado ha sido hasta ahora contraproducente: con la reciente puesta en marcha del reactor nuclear en Bushehr, Irán se ha convertido de facto en un Estado con capacidad nuclear. EE UU y Reino Unido consideran que el paso siguiente será la fabricación de armas nucleares. Ross ha admitido que su estrategia no es eficaz, pero serviría como una posible legitimación futura para atacar Irán.

    El gobierno de Teherán sigue asegurando que su programa solo tiene fines pacíficos, que se encuentra dentro de los límites que establece el Tratado de No Proliferación (TNP) y que está dispuesto a someterse a verificaciones internacionales. Pero, a cambio, quiere que el grupo 5+1 (EE UU, Rusia, Reino Unido, Francia, China y Alemania) aclare cuál es su plan para las armas nucleares de Israel, si las potencias nucleares piensan cumplir el TNP promoviendo el desarme y si negociarán sobre la base del respeto y la amistad o usando la fuerza.

    Para la República Islámica de Irán su programa nuclear es una cuestión de desarrollo económico, prestigio nacionalista de una potencia emergente y la posibilidad de desarrollar un programa militar en un marco regional donde Israel, Pakistán, Rusia e India ya poseen armas nucleares. Tanto dentro del régimen como en la oposición, existen diferencias entre los partidarios de avanzar sin negociar con Washington y sus aliados, y los que prefieren llegar a un acuerdo.


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