Los cerca de 1.500 millones de musulmanes son una realidad demasiado diversa y compleja para formular un estereotipo. Ninguna religión ha ganado tanto con la globalización como el islam, que vive una extraordinaria efervescencia de manifestaciones contrastadas.
Por desgracia, a menudo se confunde globalización con occidentalización. La pereza intelectual inducida por esta asimilación etnocentrista impide, por ejemplo, tener en cuenta el espectacular ascenso y el dinamismo actual de China. Asimismo, no deja ver hasta qué punto, más allá de una actualidad muchas veces parcial y violenta, el islam sale ganando en la globalización actual. Nunca antes había tenido tantos fieles, nunca se habían practicado tanto sus ritos y nunca el árabe, lengua de la revelación coránica, había gozado de semejante difusión.
Esta consagración del islam no es, contrariamente a lo que podría sugerir una lectura superficial de la prensa diaria, fruto de una tensión expansionista o agresiva. Va de la mano de la emergencia general de un islam armoniosamente integrado en la globalización, conforme a las reglas y la ética del capitalismo globalizado. Este islam de mercado, encabezado por una burguesía devota y próspera, se desarrolla en el marco de la consolidación de los Estados-nación, establecidos tras las independencias. El atolladero de los movimientos yihadistas de vocación planetaria resulta aún más evidente.
¿Y si el islam estuviera viviendo su edad de oro, aquí y ahora? ¿Y si los que abogan por el regreso a los orígenes se equivocaran y punto, pues no es sino en este mundo y en este siglo cuando el islam experimenta una proyección sin precedentes? ¿Y si resulta que a los �perdonavidas� de un islam retrógrado y oscurantista el árbol no les deja ver el bosque, por lo que se niegan a reconocer la realidad del islam moderno, que surge del lado de los vencedores de la globalización? ¿Y si ya fuera hora de ser, por fin, positivos y optimistas? El riesgo reside, por supuesto, en que el afán de remover en exceso los estereotipos de un pensamiento dominante lleve a caer en una apologética igual de lamentable. Este artículo, pues, pretende proponer una perspectiva alternativa y alimentar el debate, sin intentar por ello proporcionar una respuesta definitiva a cuestiones discutidas con tanta acritud.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados