La competición es la herramienta formativa por excelencia siempre que esté bien orientada y sea entendida como un proceso y no como meta o producto. Ignorarla o excluirla del proceso de formación deportiva del niño que se inicia en la práctica del baloncesto sería un error, ya que, no se correspondería con sus intereses y motivaciones, pues necesita medirse y compararse con él mismo y con los demás. Es el mejor medio para conseguir los aprendizajes y mejorar como jugador. Es necesario analizar las diferentes propuestas competitivas en minibasket para comprobar si existe una adaptación de las mismas a las caracteristicas del joven jugador.
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