Desgarrados entre lógica especulativa y lógica rentista, los campos magrebíes solo cumplen hoy parcialmente su función alimenticia. Unas políticas agrarias cada vez mas convergentes han aumentado la dependencia de los tres países respecto del mercado "mundial" e imprimido a los campos dos rasgos esenciales: en el plano territorial, desequilibrios antiguos -a menudo heredados de la colonización- y nuevos -ligados a los modelos de ajuste estructural- contribuyen a la profundización de las desigualdades del desarrollo. La "asalarización" rápida y la diversificación de las actividades se acompaña en el ámbito social del desarrollo de las desigualdades: el enriquecimiento de las minorías acomodadas, la pauperización de capas cada vez mas numerosas y el crecimiento del paro generan, bajo formas propias, frustraciones masivas de consecuencias imprevisibles.
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