La colocación apropiada de un paciente en la mesa de operaciones puede facilitar de manera considerable la realización del acto quirúrgico.
Esta instalación debe interferir lo menos posible con las funciones vitales y no provocar traumatismos relacionados con una posición inadecuada del paciente.
La posición adecuada de un paciente para un procedimiento quirúrgico es a menudo un punto intermedio entre lo que puede tolerar el paciente anestesiado, tanto en el aspecto estructural como funcional, y lo que requiere el equipo quirúrgico para tener acceso a sus objetivos anatómicos.
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