La guerra irregular se ha convertido en la más regular de todas.
La táctica solo tiene valor dentro de una particular partida por las percepciones, donde el mejor traductor gana. La coherencia de mensajes y acciones precisa cada vez más, no solo atender a los corazones y a las mentes sino también a los estómagos de la gente.
El discurso de las cocinas sustituye al de la guerra, lo que impone tuta redefinición de las funciones claves y de los actores en presencia.
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