En esta investigación se muestran las diversas características del lenguaje (meta)teatral del retablo de maese Pedro en tanto escenificación de una tradición oral a través del lenguaje dramático y mudo de las marionetas y del discurso declamado por el trujamán que las describe. Como consecuencia de esta (re)presentación tenemos, por un lado, la acogida e interpretación de don Quijote como oyente crítico de una lectura dramática de esa tradición de juglares, y por otro, su reacción coherente con su historia de lector aislado y silencioso. La lectura que don Quijote acaba imponiendo es de esta forma la misma lectura muda que le llevó a su locura o enfermedad. El caballero exterioriza además con su actitud el enfrentamiento que durante toda la obra se presenta entre el romance y los libros de caballerías por un lado, y las nuevas formas literarias que venían a suplantarles, destacando entre estos la supremacía del teatro de la nueva comedia y lo que se conocerá muchos años después como novela.
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