Inteligente, discreta y culta, a lo largo de sus ochenta y siete años de vida, Livia Drusila supo adaptarse a los tiempos. Empezó huyendo de Octavio Augusto y acabó uniendo su destino al del primer emperador de Roma. Vio morir a un hijo y hubo de domar el difícil carácter del otro.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados