El futuro del suministro global de petróleo aparece plagado de desafíos e incertidumbres. No existe acuerdo sobre los recursos y reservas disponibles, ni sobre la fecha exacta de cuándo se alcanzará el cenit de la producción de crudo convencional, aunque cada vez hay más consenso sobre que dicho cenit constituye un riesgo real que podría concretarse en el presente decenio. El panorama es inquietante. Una vez superada la actual coyuntura de crisis económica, el delicado equilibrio entre oferta y demanda, junto con el creciente riesgo de interaipciones del suministro, podría acentuar la tendencia a la volatilidad en los mercados financieros, propiciar el juego geopolítico y exacerbar las tensiones entre los grandes consumidores. Asegurar tales suministros, cada vez mas concentrados en Oriente Medio, requerirá enormes inversiones en exploración y producción, el acceso a áreas cada vez más remotas y la perforación a mayores profundidades. Todo ello nos acercará inexorablemente al fin de la era del petróleo abundante y barato, con su consiguiente repercusión negativa sobre la economía. Una nueva situación que requerirá una reestructuración en profundidad del sistema energético global y muy particularmente del sector del transporte. La búsqueda de fuentes energéticas alternativas al petróleo es uno de los grandes retos que la humanidad tiene hoy en día planteados.
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