En este número se tratan dos cuestiones probáticas de enorme interés práctico. Por una parte, se aborda la difícil tarea de probar la participación de un acusado en un robo con violencia e intimidación, al llevar aquél el rostro completamente cubierto. Solo el empleo de una robusta conjunción de indicios morfológicos y de circunstancias materiales concomitantes permite que la convicción del Tribunal supere la duda razonable con creces. Por otra parte, se analiza el valor probatorio de la conducta procesal de las partes. Se pretende dar cuenta de las más significadas resoluciones judiciales que han empleado los indicios endoprocesales en el juicio de hecho.
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